Casi siempre me he sentido como un bicho raro, aún siendo un simple topo. Es como si hubiese vivido a pie cambiado. En muchos periodos de mi vida, mis motivaciones y metas no han coincidido con las de los demás.
Siempre me ha gustado saber el "por qué " de las cosas. Escarvar más abajo que los animales a mi alrededor. Saber de esto y lo otro por el simple hecho de saber, sin ningún otro propósito.
Llegado a esta edad, ahora me pregunto "para qué " y "de qué me ha servido". Bien podría responder que para enseñar a los nuevos cachorros parte de lo que he aprendido... pero a nuestras crías no les interesa todo aquello que no sirva para obtener dinero o prestigio. Lo que llamamos "cultura general" ya no interesa y tienen toda la razón. Para comunicarse hoy en día a través de tablets, smartphones, notebooks (ni siquiera nos molestamos en buscarles nombres en nuestro idioma) no les hace falta ni tener un vocabulario medio. Poniendo un par de caras sonrientes y un 'Ok' ya tienen bastante.
Pero éste no es el problema. A lo largo de la historia, los sistemas de comunicación han ido evolucionando y debemos adaptarnos. Antes estos cambios se producían lentamente, a lo largo de los siglos. De un siglo a esta parte se producen a velocidad de vértigo y no nos queda más narices que adaptarnos.
El problema que planteo es la desidia y desinterés por saber. La devastadora desmotivación que existe en el ambiente que, no solo afecta a la última generación de este bosquecillo, si no que campa a sus anchas por toda la naturaleza. Aquello que no reporte beneficios materiales no sirve para nada, llegando al extremo de vanagloriarse de la ignorancia. Dentro de no mucho, el que lea una novela en vez de ver la película será un pobre friki.
Según los últimos estudios que han salido a la palestra, los Bosques Unidos de América (B.B.U.U.) encabezan la lista de incultura del llamado primer mundo. Los animales de Norteamérica saben mucho de su diminuta especialidad, lo que los hace ser muy productivos en I+D, pero rechazan todo lo demás. Nosotros, en esta arboleda, siempre hemos querido imitarles, por lo menos en lo malo, así que ahí vamos.
Está claro que cuanto menos conocimientos se tienen más controlable y manipulable es una sociedad, así que yo seguiré aprendiendo un poquito cada día, no sólo porque me apasiona, sino también porque no me considero una marioneta.
El topo.
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